15.Sin llaves.

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Harry puso un enorme bocadillo sobre la mesa y se sentó junto a mí. Me quedé observando el bocata. Con razón estaba tan bien cuidado y con tanto músculo.
-Y, ¿dónde están tus amigos? –Me preguntó mirando a los asientos vacíos que quedaban.
-No se la verdad. Ninguno aparece.
-¿A que clase iban? –Me preguntó de nuevo, mirándome ahora a los ojos.
-Tampoco sé, pero creo que compartían una clase. ¿Por qué?
-Por que hoy, una clase de química, a habido una pequeña discusión que ha hecho que saltará todo por los aire. –Le miré extrañado. –Cayeron todas las mezclas y bueno… hubo una breve explosión, pero no grave.
-¿Y que paso con los alumnos? –Le dije, intentando no pensar en la peor contestación.
-Les mandaron a todos a casa.
Desvié un momento la mirada, haciéndola fijar en el bocadillo. Seguramente Alice me habría enviado un mensaje por el móvil, pero lo tenía en la mochila.
-¿Y tus amigos donde están? –Le pregunté ahora yo a Harry, mirándolo.
-Bueno, aquí en el instituto no prefiero hacer muchas amistades. –Me miró, y yo le miré para que siguiera explicando. –Tengo que tener cuidado con quien me junto.
-Bueno, pero, ¿tu y yo somos amigos no? Nos conocimos aquí.
-Ya, pero, es un caso especial.
Dejé de mirarlo. ¿Un caso especial? Suerte, tan solo pura suerte mía. Seguramente tendría que tener cuidado por lo de ser famoso de Mcfly y tal.
-Harry… -Éste paró de comer y me miró. -¿Puedo confiarte algo?
El me miró extraño, mientras tragaba y asentía. Cogí aire, mientras intentaba no caerme rendida de vergüenza. Empecé a contarle todo, toda la verdad. Le conté que me enteré ayer de quien era, de Mcfly, y también mi historia fanática de ellos. El tan solo se quedaba callado, mirando y escuchando, mientras que de vez en cuando pegaba algún bocado al enorme bocadillo. Cuando por fin terminé, me paré a pensar. ¿Y si ahora que sabía que era una fanática suya y pensaba que me aprovechaba de el. Bajé la cabeza mientras le oía coger aire para hablar.
-Laia, tengo muchos amigos que también les gusta Mcfly, -me levantó cuidadosamente la barbilla con una mano, haciendo que lo mirara. –y no voy a dejar de hablarte tan solo por que te gusté el grupo en el que trabajo.
Reí con ganas, mientras el apartaba la mano y se juntaba con mi risa. Daba gusto conocer a una persona como Harry. Te llegaba a entender siempre, y te sacaba una sonrisa incluso en los peores momentos.

[…]

Cuando por fin terminaron las clases allá a las cuatro y medía, salí del instituto. Me paré enfrente de el, y saqué mi móvil. Cuatro mensajes; dos de mamá y otros dos de Alice. Empecé por mamá.
“Laia, me voy a comprar unas cosas con Ralph. Mery está en casa, te puede abrir.”
“Al final Mery también se viene con nosotras. Ves a casa de Alice si no tienes llaves.”
La familia feliz se fue de compras sin mí. Perfecto, y yo sin llaves, así que no podría abrir la puerta. Abrí los de Alice.
“Laia, me han enviado de casa por un accidente que a habido. Luego hablamos”
“Me e encontrado con tu madre, un hombre y Mery. Me voy con ellos a hacer unas compras. Ya hablamos”.
¿Cómo? Osea, que todo el mundo se había ido de compras sin mí, dejándome en la calle. Cerré la tapa de mi móvil con fuerza y me lo volví a guardar en la bolsa. Miré el cielo, el cual estaba nublado. Sin problemas, -me dije en voz alta. Seguramente estaba apunto de llover, y me pillaría de camino, y como no hay nadie en casa, tendría que mojarme y coger un resfriado de muerte.
-¡Hey hola! –Dijo alguien poniéndose a mi lado y mirándome. Me encontré con Danny Jones, y miles de mariposas recorrieron mi estómago.
-Hola Danny. –Le saludé, viendo como una sonrisa se le dibujaba en la cara.
-Te vi allí detrás. –Dijo señalando a las escaleras. –Estaba esperando a Harry, para llevarlo a casa. El nunca se lleva el coche aquí, prefiere que le recojan.
Rió, y no pude evitar hacerlo yo también. Su risa me llegaba a ser realmente contagiosa.
-¿No viene a por ti? Vives un poco lejos. –Me preguntó, sacando tema.
-Bueno, no hay nadie ahora en mi casa, y no tengo llaves, así que no me corre prisas.
-¿Nadie? ¿Y eso?
-Se han ido de compras, y bueno, supongo que creían que tenía llaves. –Levanté y bajé los hombros, mientras dirigía mi mirada a la puerta del instituto. Harry ya salía y miraba hacía donde estábamos Danny y yo.
-¿Por qué no te vienes con nosotros? –Me preguntó Danny, y dirigí su mirada. Me sentía más avergonzada ahora que cuando no sabía que eran Mcfly. –Nos vamos a casa de Tom, y las chicas están allí. ¿Qué me dices?

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