82.

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-¡Dori! ¿Qué tal estas, cosita bonita? –Dijo poniendo caras tontas, mientras a Dori le daba un ataque de rabia e intentaba morder los dedos del rubio para que la soltara. Reímos todos con ganas, ya que al chihuahua parecían salirse los ojos cuando se enfadaba.

Minutos después vimos como Mery y Alice bajaban lentamente, muy lentamente las escaleras. Tenían la columna encorvada y su cara representaba un cansancio enorme.

-¿Se encuentran bien? –Preguntó Tom asustándose de sus caras. Alice fue la única que reaccionó y volvió a su estado normal, mostrando al rubio una sonrisa con vergüenza.

Sobre Tom y Alice. Por primera, eran unos estúpidos vergonzosos. Todos solíamos decir delante de ellos que entre los dos habían conexiones y que debían probar a darse una oportunidad, pero lo único que habían eran sonrojarse y intercambiarse algunas que otras miradas de reojo. A cambio, cuando se juntaban para conspirar contra alguien, no había quien les callara. Eran como uña y carne; si te metías con uno, el otro defendía. Me enternecía al ver situaciones así entre los dos.

-¿Les apetece salir al parque? –Preguntó Danny, observando como Dori se ponía a ladrarle por no querer acariciarla. Todos asentimos y salimos hacía allí.



Cuando llegamos nos quedamos conversando entre nosotros. Yo me dedicaba a decir cosas malas de Mery y Dori a Harry, sabiendo que las dos me oían. Dori había seguido a su dueña, y, como no, propio en ella, comenzó a ladrarme e intentar morderme los talones.

Presté atención cuando pude ver a Tom intentar hablar. Se sonrojó un poco pero mirando a Alice, le pidió que se fuera con el.

-¿Podemos hablar un momento? –Le preguntó volviendo a su colorete. Ella aceptó y se alejaron de todos.
-¿Sé irá a declarar? –Preguntó Camden acercándose a todos nosotros.
-Eso parece. –Contestó el pecoso.
-¡Oh, que bonito! –Chillaron en susurro la pelirroja y Desi, empezando a dar pequeños saltitos de emoción y moviendo las manos sin saber donde ponerlas. Cuando se calmaron, se dieron media vuelta y empezaron a observarlos disimuladamente como se alejaba. –Queremos contemplar el beso.



Alice empezó a seguir al rubio, mientras los nervios la comían enteran. Adoraba los momentos asolas con el, lo amaba, lo amaba demasiado y llegaba a ponerse muy nerviosa a su lado. Tenía miedo de fastidiarla y hacer el ridículo, pero cada vez que ella soltaba cualquier tontería, Tom tan solo se dedicaba a observarla y sonreír. Aquello le daba seguridad a sí misma.

-¿Qué ocurre Tom? –Preguntó ella simpática y con vergüenza, parándose a su lado.
-A..Alice. –Dijo este tartamudeando. Se quedó pálido observándola, hasta que Alice se empezó ha asustar.
-Tom.. ¿Te encuentras bien? –Dijo frunciendo el ceño y pasando una mano por delante de el. Reaccionó.
-Sí, si, tan solo pesaba. –Dijo volviendo a ponerse rojo. –A lo que venía. –Infló su pecho y se cargó de valor. –¿Yo te..? ¿Qué te parezco?
-¿Qué que me pareces? –Repitió ella y soltando un suspiro de decepción. –Muy buen chico.
-Pero.. en que sentido.
-Pues en todo, Tom: eres una ternura de hombre, haces reír a todos en sus peores momentos y siempre estás ahí.
-¿Y.. te parezco lindo?
-¿Lindo? –Ella rió, pero esta vez de nerviosismo. –Sí.. bastante lindo.
-Gracias. Tú también lo eres.

Los colores de los dos resaltaron en sus caras al rojo vivo. Tom volvió a coger aire y cargarse de valor, mientras cogía de las manos a la castaña. Esta empezó a sudar.

-¿Te gusto?
-Pues.. –Alice se mordió el labio inferior intentando no gritar. –Si.. mucho.

Tom la miró incrédulo, alzando las cejas y mostrando una pequeña sonrisa, que hacía aparecer su amado hoyuelo. Alice apartó la vista de el y escaneó la situación; estaban más cerca de lo que pensaban. Sin poder evitarlo, rompió a reír, pero intentando no romper la distancia.

-Lo siento.. esto es.. ridículo. Estoy muerta de vergüenza.

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