7.El novio de mamá

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La noche del viernes la intenté pasar estudiando, pero a mi mente solo se le venía una cosa; Harry. Me había dado su número de teléfono móvil, y e de confesar que también había pensado en llamarlo. Pero claro, yo, como muy tonta que soy, era también extremadamente vergonzosa. Vale, el me había invitado a llamarle siempre que quisiera, pero no lo conocía bien. No quiero decir que desconfiara de el, ni mucho menos, pero me llegaba a entrar una vergüenza enorme cuando me chocaba con el.
Me rendí finalmente con la idea de estudiar, y preferí dejarlo para mañana. Me acosté en la cama, y, pronto lo conseguí.
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Me desperté sobre las 12 de la mañana. Tomé mi querida leche con mi vaso de Hello Kitty. Pude oír por el pasillo a mi madre hablar, seguramente, por teléfono, así que me dirigí adonde estaba para pasar la mañana con ella. Nada más verme acercarme a la puerta, dijo un rápido Adiós y colgó. Me paré y la miré, intentando decirle que por que había actuado así. Se levantó rápidamente y fue hasta mi a darme un abrazo de buenos días.
-¿Qué tal dormites, amor?
-Estupendamente
-Hoy voy a traer a un amigo a comer, aviso… -Dijo, pronunciando el nombre amigo de una forma muy extraña.
-¿Qué amigo? –Pregunté,  esperando oír lo que creía.
-Un compañero del trabajo.
Sí, ya… -me dije. Un “amigo”, y lo traes a el solo a comer. Sinceramente, no me creía eso de amigo, si no algo más… un novio. La verdad era que no me molestaba, en absoluto. Me parecía incluso buena idea y todo, ya que mi madre tenía derecho a estar con alguien, y lleva demasiado tiempo siendo soltera.
-¿Un novio? –Pregunté, levantando las cejas arriba y abajo rápidamente. Me madre puso cara de enojo, cruzando los brazos en si misma.
-Un amigo solamente.
Se giró y fue otra vez hasta el salón. Me dirigí a la ventana y me asomé. ¡Día soleado! ¡Perfecto! Aquel día tan solo quería salir de casa, y poder disfrutar un poco del fin de semana.
Estuve las 2 horas siguientes en mi habitación, leyendo. Adoraba leer con ese tiempo, un soleado día en que la luz da de lleno en la ventana y refleja toda la habitación. Pronto, me metí en mis nervios, cuando el timbre la puerta sonó. Oí a mamá caminar hasta la puerta y abrirla, saludando al huésped y dejándolo entrar. Mi madre me llamó desde abajo, y no tuve más remedio que bajar. Mi madre me esperaba abajo del todo de las escaleras, dispuesta a presentarme a aquel hombre.
-¿Le llamo papi? –Dije bromeando, mientras ella me colocaba el pelo de la mejor forma posible. Me miró con mala cara, y dijo:
-Te vuelvo a repetir, cabezota, que es solo un amigo. –Dijo, mirándome seria.
-Tan solo quiero que sepas, mamá, que a mi no me importa que tengas novio, -le dije, para que cuando se atreviera a contarme la verdad, no temiera de mi acción. – por que ya eres una mujer soltera, y puedes rehacer tu vida de nuevo. Tomes la decisión que tomes, yo te apoyaré. –Acabé, sonriéndole y dándole un pequeño abrazo. Ella me lo devolvió y me susurro a la oreja un Gracias. Acto seguido, entramos al salón, donde un hombre estaba sentado en el sofá, espaldas a nosotras. Cuando se percató de que ya estábamos allí, se levantó y vino hacia mi a presentarse.
-Hola, soy Ralph. –Me dijo, sonriéndome a la cara.
Era un hombre de al parecer la misma edad más o menos de mi madre, unos 40 años de por ahí. Tenía una gran mata de pelo a pesar de su edad, completamente negra. Ojos marrones claros y alguna que otra arruga por la cara. La verdad era que, a primera vista, parecía bastante afable.

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