17.Compañeras de piso.

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-Mujer ya, -Dijo Frankie. –pero entiéndelo. El hombre tiene unos músculos…
-Y un cuerpo… -Le siguió Georgia.
-Y unos ojos… -Concluyó Gio.
Las tres me miraron, esperando que les siguiera el juego. Reí con ganas al ver como describían a Harry.
-Bueno, -Dije, pensando en alguna cualidad del chico. –es guapo.
-¿Y no te gusta ni un poco? –Me preguntó Georgia.
-Lo mismo que a todas las de aquí. –Le dije. Si ella supiera quien me gustaba a mi de verdad, no creo que me volviera a hablar.

Ya eran las seis y media cuando recibí un llamada de mamá. Había estado las dos horas con Gio, Frankie y Geogia, entablando un poco más de amistad.
-¿Laia? –Sonó la voz de Noemí por el teléfono. –¡Te volviste a olvidar las llaves en casa, y está lloviendo. –Miré por la ventana. Sí, el cielo se había puesto más negro y llovía, pero no con mucha intensidad. -¿Dónde has ido?
-Estoy en casa de unos amigos, tranquila.
-Ven ya a casa, se hace tarde, y.. hay noticias que contarte. Te paso a recoger. ¿Dónde estás?
-Espera un momento, mamá. –Despegué el móvil de la oreja. –Gio, mi madre dice que me recoge. ¿Puedo decirle la dirección? –Le dije, respetando un poco su intimidad, ya que miles de fans suyas y de Tom darían lo que fuera por saber donde vivían.
-Si quieres te llevo yo. –Dijo la castaña de pelo ondulado. –Me gustaría ver donde vives, por si alguna vez me apetece pasarme.
Gio hizo una pequeña sonrisa, y le contesté asintiendo con la cabeza. Me puse de nuevo el móvil en la oreja, y le informé a mamá.
-Me lleva una amiga, tranquila. –Le dije, mientras me ponía las converse.

[…]

-¿Entonces os recojo a Harry y a ti mañana nada más acabar el instituto? –Me preguntó Giovanna, mientras se acercaba con el coche cada vez más a mi calle.
-Sí. –Le contesté, y, me paré a pensar un poco en Harry. –Oye Gio… ¿Por qué Harry asiste al insti?
-No acabó unas clases cuando debió, y ahora las tiene que completar. –Me informó la castaña.
Pude divisar mi casa a unos metros, y también vi que en jardín había alguien esperando. Supuse que era Mery o Alice, ya que aparte de ellas no habría otra persona más. Giovanna me paró enfrente, mientras Alice, que era la que estaba sentada, se levantaba y se acercaba a la ventanilla.
-¡Alice! –La saludó Giovanna.
-¡Gio! –Le respondió la otra, mientras las miraba extrañada.
-¿Se conocen? –Pregunté.
-¿Nosotras? ¡Claro! –Decía Giovanna. –Me la presentó Frankie hará unas semanas, cuando nos la encontramos por el centro.
-¿Y tu como es que la conoces? –Preguntó esta vez Alice.
-Conozco a su novio. –Bromeó la castaña del volante.
-¡Gio! –Le grité.
-¿Su novio? –Preguntó la otra.
-Harry.. –Contestó Giovanna, apartándose de un golpe que le daba.
-¡No es cierto! –Le advertí a Alice, mientras bajaba de vehículo y miraba a Gio con odio.
-Es broma. –Reía con ganas la castaña de ojos marrones. –Bueno, me voy ahora que ha dejado un poco de llover.
Arrancó el coche y se puso en marcha. Entré junto a Alice a casa, donde Mery y Noemí esperaban sentadas en el salón.
-¿Dónde estabas? –Volvió a preguntar mamá, mientras nos veía entrar en la sala.
-En casa de su novio Harry –Dijo Alice, mientras se largaba a reír y yo le propinaba un codazo.
-Ya sabía yo… -Empezó a hablar mamá, pero la broma ya estaba llegando demasiado lejos, así que interrumpí.
-¡A ver, por primera, no es mi novio! –Dije, mientras me sentaba de golpe en el sillón. –Y segunda. No estaba en su casa, y menos aún, con el.
Todas echaron a reír, mientras yo les miraba de mala gana.
-Bueno, el asunto es que, -Dijo mamá, mientras se acomodaba un poco más en el asiento. –hablándolo un poco Mery y Alice.. –Se quedó muda mientras observaba a las chicas sentadas en el sofá.
-¿Qué? –Pregunté ansiosa.
Se miraron las tres, intentando elegir a alguien para hacer los honores de decírmelo de una vez. Las miradas de Alice y mamá se unieron, y luego se dirigieron fijamente a Mery. Esta cogió aire, me miró y me soltó:
-Alice y yo hemos decidido compartir piso. –Embozó una sonrisa, a quien se le unió la de Alice.
-¿¡Enserio?! –Dije, levantándome y tapándome la boca con las dos manos. -¿Enserio podréis apañaros las dos solas?
-Idiota. –Soltó Alice, levantándose y ofreciéndome un abrazo. -¿No te importa?
-En absoluto, dios mío. –Le dije, largándome a reír. –Quiero ver cuanto duráis.
Las dos nos tiramos encima de Mery, mientras esta se quejaba y intentaba mirar la tele.
-Pero si no entiendes. –Le solté.
-Pero miro. –Dijo, dibujando una sonrisa pícara.
-Chicas. –Nos llamó Noemí, mirándonos. –Tengo un regalo para Laia.
-¿Para mi? –Dije apartándome de las dos y levantándome. -¿El que?
-Antes que nada, quiero que sepas que es el regalo de la beca, y que todo es gracias a Ralph. –Dijo, mientras se sacaba un sobre del bolsillo de atrás de sus jeans y me los entregaba.
Cogí el sobre, y lo moví. Debía de haber papel dentro, por que otra cosa no podría ser.
-¿Dinero? –Le pregunté a mi madre, mientras lo desplegaba.
-No, no es dinero. –Dijo, mientras esperaba mi reacción y comenzaba a formar una gran sonrisa.
Abrí el sobre cuidadosamente y poco a poco y eché un vistazo dentro. Había, como suponía, papel. Saqué dos tiras y las miré. No, no me lo podía creer. El corazón comenzó a latirme tan deprisa que me costaba respirar. Me tiré en la butaca y seguí observándolas, mientras el sobre se me resbalaba de las manos y caía al suelo.
-¿Laia? ¿Estás bien? –Me preguntaron Alice y Mery, acercándose a mi.
-Son.. son unas… algo increíble.. –Dije, mientras recobraba aire. –Entradas para un concierto de … Mcfly

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