52.Felicidades

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Sus labios se separaron con lentitud, después de un beso lleno de sentimientos escondidos.
Nada más separarse, todas las chicas explotamos a gritos y aplausos, viendo como Tom y Alice cobraban un color rojo indescriptible.
-Woooooooooooo –Gritó Camden a lo bruto, aplaudiendo fuertemente. –¡Qué hermoso!
La verdad era que, nosotras estábamos mucho, muchísimo más contentas de lo que lo estaban Alice y Tom. Harry, Dougie y Danny, por otra parte, tan solo sonreía con ganas.
-Ya, cállense. –Dijo Alice, ciega de la vergüenza.
-PERO QUE BON.. –Intentó seguir Desi más fuerte aún, pero la castaña roja la calló con un fuerte golpe al brazo, haciendo que se callara en un momento.

La lluvia seguía jugando. Cesaba de vez en cuando, pero pronto volvía con fuerza. Mientras, nosotros, seguíamos jugando con ganas al juego, aguantando alguna que otra parida que nos hacían hacer, pero nada serio.
Allá a las 23:30h, todo el mundo partió a su casa, excepto Alice y Mery, quienes ya se encontraban en ella. Desi me ofreció llevarme, y no rechacé la proposición. Mi casa estaba demasiado lejos, el tiempo se había vuelto loco, hacía un frío capaz de congelar y tenía los dedos de los pies completamente congelados.



Quince personas se plantaron delante de la casa de Laia, a primera hora de la mañana. Una chica castaña, de ojos azules marinos fue quien se ofreció voluntaria para llamar al timbre. Segundos después, la madre de la cumpleañera abrió la puerta, dando un pequeño saltito al ver a tanta gente plantada ante su puerta.
-Bu.. buenos días.. –Dijo Noemí, madre de Laia.
-¡Hola! –Saludó Mery, la chica castaña de ojos azules marinos, con una gran sonrisa de oreja a oreja. –Venimos a dar un gran despertar a Laia.. ¿podemos pasar? –Preguntó en un susurro.
Noemí tan solo asintió, apartándose de delante de la puerta y dejando entrar uno por uno. Mery, Camden, Facundo, Frankie, Giovanna, Tom, Danny, Georgia, Jeremy, Rose, Douglas, Alice, Desi, Harry y Jake entraron a la casa, uno por uno. Pronto el recibidor se vio apurado de gente, así que Noemí les invitó a subir ya a la habitación. Los quince subieron de puntillas, intentando hacer el menos ruido y aguantando la risa. La primera del grupo era Mery, quien al parecer, ya se conocía la casa como su propia mano. Llegaron a la habitación de Laia, y, con mucho cuidado, rodó el picaporte de la puerta, entrando poco a poco.
-Saca el altavoz.. –Le susurró Alice a Jeremy, quien llevaba una gran bolsa colgada a la espalda.
Este asintió, y con bastante cuidado, sacó el micrófono de el. Camden empezó a ojear en su móvil, hasta encontrar la carpeta música. Puso su móvil al lado del micrófono, y con mucho cuidado, dieron al interruptor On. Luego, para acabar, Camden apretó la sobre la pantalla táctil, y, rápidamente, por toda la habitación sonó Do ya. Más de la mitad de ellos tuvieron que taparse los oídos cuando la fuerte música inundó la habitación entera, y, un bulto envuelto en sábanos daba un gran salto desde la cama.
Nada más empezaron a unirse las voces, con los cuatro Mcfly cantando sin instrumentos en directo, Mery, Alice y Camden corrieron todo lo rápido posible hacía la cama, dando un gran salto, aplastando a Laia, quien se encontraba debajo del todo.
-¡Ay! –Gimió ella, intentando quitarse a las cuatro bestias que tenía encima. -¡Apártense de encima mía!
-¡FELICIDADES! –Gritaron las tres al mismo tiempo.
-Oh no.. no me siento las piernas.. –Dijo en tono de excusa, empezando a moverse de lado y haciendo que las que estaban arriba se resbalaran y cayeran al suelo.


Después de haber obligado a todos a salir de la habitación para que me dejaran vestirme, bajé al salón. Allí se encontraban, todos, cada uno de los quince, sentados donde podían. Había que admitir que me alegro ver como habían decidido despertarme, aunque en aquel momento mi espalda crujiera. Nada más pisé un pie en el salón, todas las voces, incluidas las de mi madre, me gritaron un felicidades.
-Gracias.. –Dije, viendo como todos sacaban su regalo de bolsas. –No, no hacía falta que me comprarais nada.. –Dije con cara de angustia, viendo tanto papel regalo.
-Si, si que hacía falta. –Dijo Mery, acercándose rápido con su regalo tamaño cartulina. -¡Abre el mío primero! –Me lo extendió del golpe, golpeándolo contra mi pecho.
Di un gran suspiro, y con todas las pocas ganas del mundo, empecé a romper el papel. La textura era esponjosa, así que al principio deduje que sería ropa.. pero no, no fue eso lo que me encontré nada más acabar de abrirlo. Una toalla de Dora la exploradora posaba en mis manos.

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