53.Sorry

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-Muy.. –Intenté acabar la frase bien, pero es que me había quedado atascada. No era fanática de Dora la exploradora, ni había sido nunca mi tema de conversación. ¿Por qué demonios me había regalado aquella toalla? -..bonito.
-¿Verdad que sí? –Dijo con toda la alegría del mundo, desplegando la toalla. –Tiene a su mono y todo, ¿no es genial?
-Sí, si que lo es.. –Dije aún más impresionada, pero, sin poder evitarlo, sonreí. Mi opinión sobre aquel regalo había cambiado en una milésima.. era perfecto.

Los regalos fueron llegando, pero esta vez fue diferente. En ninguno tuve que negar ninguna sonrisa, todas salieron por si solas, sin poder evitarlo. Por muy simple que hubiera sido el regalo, el simple hecho de haberse molestado tan solo en comprarlo, era más que suficiente.
Como es de pensar, una estúpida persona, llena de pecas y que al parecer se le comió la lengua el gato(?), no dirigió palabra durante esa reunión en que me felicitaban. No me importaba, la verdad. Por mi, no tenía ni que molestarse en venir, y menos si no me dirigía palabra ni el día de mi cumpleaños, o por lo menos, eso pensé.



Durante el resto de la mañana, habíamos montado una pequeña fiesta, solo que más tranquila, en el jardín. También había recibido las llamadas de felicitaciones de mi padre y hermano. Sí, os quedaréis un poco impresionados. No os había hablando de ellos, la verdad. No es que tuviera nada en contra de ellos, en absoluto, solo que no acostumbraba a verles, o por lo menos, no lo hacía desde hacía dos años.
Mi padre, Pablo…¿Qué decir de el? Un gran padre, capaz de hacer cualquier cosa por ver a su hija feliz. Lo había llegado a echar bastante de menos, de modo que no pude evitar soltar algunas lágrimas en cuanto oí su voz al otro lado del teléfono, felicitándome desde España.
Y mi hermano Michael.. como es lógico de hermanos, siempre había discutido con el. Me restaba 6 años con el, de modo, que como habrán calculado, tenía 26 años ya. Bueno, en realidad 25, no le pongamos más. Los hacía a finales del año, una ventaja para mí cuando intentaba presumir de más edad. Él, aunque fuera por teléfono, también lograba sacarme de mis casillas.
Cuando mis padres se separaron, mi hermano ya tenía los 18 cumplidos, así que optó por quedarse en España, junto a mi padre. Había regresado durante los 5 años en que vivía en Londres. No me mudé allí nada más mis padres se divorciaron, si no que me quedé un poco más en España.

Pero bueno, conforme decía, los quince nos habíamos organizado una pequeña fiesta en el jardín, tan solo para celebrar los 20 años que hacía, y que al fin y al cabo, no me arrepentía del todo hacerlos después de aquello.
Todo iba bien, o eso creía, hasta que en mitad de la mañana, en mitad de la fiesta, alguien me llamó por la espalda. La persona con quien menos tenía ganas de hablar. Sí, háganse la idea de Danny. Era el.
-¿Podemos hablar? –Me preguntó en un susurro, manteniéndose serio.
No contesté. No salían palabras. No sabía si seguía enfadada con el o simplemente le había perdonado automáticamente. Levanté mis hombros, tan solo para contestarle de alguna forma.
Empezó a caminar, alejándose un poco de la multitud. No sabía si seguirle, mi cabeza se había dividido en dos.. venga, síguele, no pierdes nada.. decía una parte de ellas. ¿Cómo? ¡Ni se te ocurra acercarte a el! ¡Enséñale que eres dura, más dura que el! Decía la otra.. ¿A quien demonios hacerle caso?
Mis piernas tomaron la decisión por mí. Comenzaron a caminar, siguiéndole el paso, mientras yo moría de nervios y vergüenza. Cuando se paró y se giró, mi mirada cambió. No le mires a los ojos, no le mires a los ojos… buah, ¿a quien engañar? Me tentaban demasiado como para no mirar.
-Felicidades.. –Acabó diciendo, más bien siguiendo susurrando.
Venga, di algo tonta, no te quedes callada como una paleta.. seguía diciéndome aquella buena amiga que vivía en mi cabeza desde que recuerdo y que me ayudaba a tomar decisiones que, por algún motivo, siempre pensaban que eran las incorrectas. Seguí sin hablar.. no me salían palabras. Dí un cabezazo en señal de un gracias y volvimos a quedarnos callados. Era insoportable, lo peor.
-Yo.. –Intentó decir, apartando la mirada y frunciendo el ceño. –Yo, aquel día.. no me comp… ¡no! –Volvió la mirada a mi y se cargó de seguridad. –Lo siento..

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