35.Pajera a solas.

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-No, no te vayas por favor. –Le pidió la castaña al chico.
Este salió de su asiento, y empezó a caminar hasta su lado. La empujó hasta la ventana, mientras se acoplaba a su lado.
-Ya no soy ningún marginado. Ahora estoy a tu lado. –Le dijo Jere, poniendo sus codos sobre la mesa y cogiéndose las manos.
-Creía que te ibas.. –Musitó Mery, mientras dejaba caer su peso y acoplaba su espalda sobre el asiento de cuero negro que tenían las sillas.
-Si me voy tendrías que pagar tú ese chocolate que se ha quedado ahí. –Dijo el chico, señalando la bebida de Laia que había quedado completamente apartada.
-¡Y encima no se bebe el maldito zumo! –Soltó, dando un sorbo a aquel chocolate.
-Mery… -Dijo con voz baja, pero suficientemente alto como para que lo oyera ella. -¿Crees que podríamos quedar más a menudo, sin Laia?
-Se podría.. –Respondió la chica.
-Me refiero también a sitio más.. formales.. cenas y tal. –Intentó explicarle él, pero Mery negaba con la cabeza en señal de que no entendía. –Quiero decir… ir a cenar alguna noche, tu y yo..
Mierda pensó ella, cayendo de una vez a lo que se refería el rubio. Citas. No es que tuviera nada en contra de él, pero no, ella no quería. Era un extraño motivo. Dougie. Mery sabía perfectamente que no tenía ninguna relación con el bajista, pero no, no podía quitarse lo de la cabeza y menos aún después de haberlo conocido.
-Citas.. –Respondió la castaña, dirigiendo su mirada al baso de chocolate que había dejado delante suya. –Bueno, aún no nos conocemos muy bien… primero deberíamos intimar… -Soltó ella, pero recapacitó sobre el verbo que acababa de decir. –No no, intimar no… o sea, conocernos un poco mejor, Jeremy.
-Bueno ya, eso está claro… pero contigo me siento como si ya te conociera de antes. Me siento cómodo.. –Dijo él, poniendo una de sus manos sobre las de Mery.
La chica miró con horror la acción que acaba de hacer. Buscó alguna escusa, cualquiera para que Jeremy apartara el tacto de su mano.
-Pues yo no, ya ves. –Respondió con un largo suspiro la morena, mientras apartaba la mano que sujetaba Mery hacía su cabeza, para rascarse. –Aún te veo como un desconocido. Pero no, me fío te ti, tranquilo.
Jeremy bajó la mirada, captando aquella escusa de la chica. Apartó su mano de donde la había dejado Mery, mientras buscaba algún que otro tema del cual hablar con la chica. Volvió su mirada a ella, quien le miraba fijamente.
-Lo siento.. –Susurró ella.
-No no, es lógico tranquila. –Admitió él, poniendo una larga sonrisa y volviendo a cambiar de postura en la silla. –Cuéntame algo de España. –Le pidió el, empezando lo que sería una larga conversación sobre el país natal de Mery.


Vi entrar a Mery de nuevo al bar, mientras el pecoso se acercaba a mí. Tenía una de esas pequeñas sonrisas dibujada en el rostro.
-Ya está todo listo. –Me dijo, cogiéndome el Starbucks de las manos. –Ya tienen un poco más de intimidad.
-Mery me va a odiar.. –Confesé, viéndola por la ventana. Se había sentado de golpe, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-No, tranquila, ya te lo agradecerá. –Empezó a emprender el paso, mientras yo le seguía a su lado. -¿A dónde vamos?
-No se… -Confesé, empezando a ver la cantidad de bares que había a nuestros lados. –En cualquiera basta para que no nos helemos.
Seguimos caminando un poco más. Gente entraba y salía de los locales, algunos bebidos, otros sobrios.. incluso se veía salir de un bar a un grupo de personas que sujetaban a una chica desmayada.
-Quiero un sitio tranquilo. –Le avisé, observando cómo daban un poco de agua a la inconsciente,
Empezó a caminar hacía uno que parecía bastante tranquilo, casi como el de Jeremy y Mery, solo que un poco más repleto de gente. Entramos al local, y un papel verde claro cubría la pared. Buscamos alguna mesa libre, y la encontramos. Una pareja de jóvenes novios, al parecer, abandonaban una. Nos dirigimos rápido a ella, ya que ya había gente de pie buscando algún lugar para sentarse.
-¿Qué quieres tomar? –Me preguntó, mientras dejaba su chaqueta sobre el respaldo de la silla.
-No me apetece tomar nada. –Le dije.
Recordé mi querido chocolate, que se me había olvidado tomármelo. Seguramente, si lo había visto Mery, ya habría ni rastro de él.
Una chica con un típico delantal, que al parecer indicaba que trabajaba en aquel bar, se nos acercó a tomar nota.
-¿Qué queréis tomar? –Preguntó, mostrando una fila de largos y brillantes dientes.
-Dos cervezas. –Respondió Danny, mientras me miraba en busca de una aprobación. Yo simplemente le miré sorprendida.

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