49.Cojines

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Alice no cesó sus golpes en ningún momento. Descargó todo su miedo contra el, hasta que al final fue parando poco a poco, empezando a reírse rara.
-Ya está. –Dijo bajando el cojín y soltando algunas carcajadas. –Ya basta..
-¿Se quedó bien cómoda la señorita? –Dijo con sarcasmo el rubio, quien aún no había bajado sus brazos por si emprendía de nuevo.
-Creo que sí, que la señorita ya se a desahogado –Le contestó, tirando el cojín de nuevo al sofá y quedándose quieta –Me aburro. ¿Qué hacemos?
-Devolvértela.. –Le contestó Tom, cogiendo rápidamente el cojín y dándole a Alice. –En paz
-¿Qué pretendes, dejarme inválida? –Le criticó Alice, dando un pequeño gemido de dolor. –Hay diferencia entre tu fuerza y la mía, Tom..
-Lo siento.. –Intentó disculparse el, pero la risa le pudo. Sacó de el todas las carcajadas que tenía guardadas, delante de Alice. Ella se había mantenido callada, seria, viendo como el rubio se descojonaba por aquella tontería.
-¿Acabaste? –Preguntó ella una vez se hubiera calmado. –Me las pagarás, Tom Fletcher, créeme, me las pagarás. –Le amenazó la castaña, empezando a señalarle con un dedo mientras se alejaba sin quitarle vista.


Yo seguía arrinconada, y ninguna de las otras se había movido de su sitio. Pronto Alice regresó, sin poder evitar una pequeña sonrisa. Parecía haber olvidado por completo la película, a la horrible niña que se había quedado plasmada en nuestras cabezas y todo lo que había ocurrido.
-Bueno chicas, ¿qué hacemos? –Preguntó con toda la tranquilidad del mundo, mostrando una amplia sonrisa.
-Llamar a un psicólogo. Creo que ya veo cosas sobrenaturales.. ¿no tienes miedo? –Preguntó Camden, atónita ante la actitud de Alice.
-¿Miedo? Por dios, es solo una película, nada basada en hechos reales..
-Dicen que sí.. –Le corté yo, poniendo aún más cara de asustada y recordando la portada del CD.
-¡Oh, venga ya! –Dio media vuelta a su cuerpo, dándonos la espalda y poniéndose enfrente del gran salón que había delante nuestra. –Es tan solo una película. Y ninguna niña va a aparecer ni nos vamos a quedar poseídas.
-¿Seguro que tú no lo estás? –Soltó Desi, separándose de los brazos de Camden que la rodeaban y acercándose a Alice. –Creo que te a sentado un poco mal la pizza…
-Que aburridas sois.. –Dijo Alice, dando un largo suspiro y pasando del comentario de Desi. -¿Les apetece jugar a algo?
-A palmas palmita, ¿no? –Dijo con ironía Mery, dando dos palmas seguidas.
-No, a algo más maduro, tonta. –Se giró y empezó a observar la sala.
Los chicos seguían sentados en el suelo, charlando y bebiendo alguna bebida de las que habían traído. El único que se habían puesto de pie era Tom, y buscaba algo entre los armarios.
-¿Qué cotilleas? –Le preguntó Alice desde donde nosotras estábamos.
-Busco juegos de mesa, pero no tienes nada aquí..
-Creo que me los dejé en casa de mi abuela, ella tiene más afición que yo.. –Le dijo de buena gana, buscando nuestras risas de apoyo.
El rubio se giró hacía los otros, y les negó con la cabeza, al parecer, contestando que allí no habían juegos de mesa. Harry dio un gran suspiro, levantándose y empezando a mirar a todos.
-A eso se le llama suspiro energético.. –Me susurró Mery al oído, y yo sin poder evitar, me largué a reír.
Cesé mi risa en cuanto noté su mirada acusadora. Cogí la mano de Mery con disimulo para que nadie observara, y la estrujé con fuerza. Me había hecho quedar mal, y aquello le hacía aún más gracias.
-Bien, ya se que hacer para no aburrirnos. –Dijo el batería a todos. Nos hizo señas de que nosotras nos acercáramos, y así hicimos. –Ya que no hay juegos de mesa, no nos apetece salir y tampoco seguir viendo películas, juguemos a..
-¡Verdad o reto! –Chilló Dougie, cortándole la idea a Harry.
-¿Cómo? –Repitió Mery, preguntándole a Harry con la mirada si era aquel juego. El le asintió. –Yo no juego, odio ese juego.
-Eres una cagada. –Le desafió el bajista.
-Sí, lo soy, y como lo soy, no juego.
-Venga Mery, seguro que lo pasamos bien.. –Le animé, pero ella seguía negando con la cabeza.
-Si quieren yo miro como juegan, pero que no, demonios, que no juego. –Acabó, tirándose de golpe al sofá y cruzándose de brazos.

Todos nosotros acabamos aceptando la elección, y poco después estábamos ya preparados, sentados al igual que antes.
-Vale.. ¿Quién empieza? –Preguntó Danny, intentando acoplar sus piernas en el hueco que le habían dejado entre Tom y Harry en el suelo.
-Qué empiece Harry, la idea de jugar a sido suya. –Propuse yo, y todos me dieron la razón
-¡Yo fui quien dijo el juego! –Criticó Dougie con voz chillona, pero ninguno le hizo caso.
-Tranquilo, Dougie, le preguntas tú –Le aclaró con tranquilidad Tom, y este, les dio señal para que el canijo comenzara a preguntar.

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