92.

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-¿Te apetecería quedar mañana para salir un rato juntos? –Preguntó Danny sin convencer a Laia, haciendo que alzara una ceja y pusiera cara de insegura. –Un paseo tan solo…
-¿Con quién más?
-Pues.. bueno, había pensado en nosotros solos.
-No sé Danny… no me convence del todo. –Intentó explicarse la castaña echando un vistazo a la ventana, quien empezaba a llenarse de diminutivas gotas de agua.
-No te preocupes, no pasará nada. –Dijo intentando dar confianza, y lo estaba consiguiendo. –Además, ¿somos amigos, no? Los amigos quedan y eso.

Laia se quedó pensativa varios segundos. No apartaba la vista de la ventana, la cual se había empañado y no dejaba ver la fría y húmeda calle, si nos que tan solo se podía distinguir las borrosas farolas que destacaban con su brillo.

-Bueno, está bien. –Acabó optando, levantándose de la cama y yendo hacía la puerta. –Ya hablamos luego, tengo que cenar. –Y dicho esto, se despidió de él y bajó abajo para poder retomar la cena que había dejado tirada.



Una Laia activa bajó los escalones de su casa de dos en dos, haciendo que en los dos últimos resbalara y cayera sobre el suelo. Se levantó como si nada y se asomó por la ventana, esperando el auto de Danny que la recogería. Tenía el extraño presentimiento de que aquello estaba mal, que traería problemas, y que Danny era conciente de ello. Zarandeó su cabeza para olvidar el tema, y pudiendo diferenciar un conocido pitido afuera en la calle, salió lo más extrovertida que pudo.

-¿Qué tal te encuentras? –Preguntó el pecoso acercándose a ella con una de sus atractivas sonrisas y dándole dos besos.
-Bien, supongo… -Dijo ella yéndose de la realidad de nuevo. Volvió a zarandear la cabeza. -¿Nos vamos?

Danny asintió. Abrió la puerta del copiloto a Laia para que pudiera sentarse, y ella, confundiéndose aún más, entró algo torpe. Seguidamente, Danny se sentó en el asiento del piloto y encendió el motor, empezando a conducir sin rumbo.

-¿Dónde vamos, Danny? –Preguntó Laia viendo por la ventanilla los grandes edificios que iban desapareciendo.
-Aún no lo sé, sinceramente. –Echó un vistazo a la castaña, a lo que ella percibió su mirada. -¿Dónde te apetece ir a ti?
-No tengo ni la más mínima idea. –Confesó ella dando un leve suspiro. –Sorpréndeme.



El auto paró enfrente de una gran fila de bares. Laia miró extrañada a Danny, quien retiraba las llaves del coche y se preparada para salir. Antes de hacerlo, pudo notar la mirada de su acompañante.

-¿Qué ocurre?
-¿Aquí? –Preguntó ella arrugando la nariz. –Sin duda, me has sorprendido.
-¿No te apetece refrescarte un poco? –Dijo mientras salía del coche. Laia le siguió.
-Resulta que hace un calor que flipas. –Dijo irónicamente la castaña, echando un vistazo al cielo, el cual se encontraba nuboso.

Una gota cayó directa en la frente de Laia, haciendo que la castaña mirara al suelo, el cual empezaba a llenarse de pequeñas gotitas, cada vez más rápidamente. Empezaba a lloviznar.
El pecoso empezó a caminar deprisa hacía el bar más cercano. Dio media vuelta al ver que su acompañante no se movía. Se acercó a ella y la agarró por la mano, empujándola hacía dentro del local. Una vez estuvieron dentro, ambos se dirigieron hacía dos asientos libres. Se sentaron y quedaron viendo a través de la ventana. El fino y pequeño diluvio había aumentado, convirtiéndose en una lluvia que iba aumentando de presión por cada segundo que transcurría.

-¿Por qué te apetecía quedar? –Preguntó Laia para romper el silencio que se había formado. A ella le resultaba incómodo, pero Danny, por otra parte, no mostraba la más mínima señal de molestia.
-Bueno… -Dijo él apoyando sus brazos sobre la mesa. –Harry me confesó una cosa, pero yo no te he dicho nada.
-¿Confesarte? –Laia alzó una ceja mientras adoptada la misma postura de Danny. –Confiesa…
-Me dijo que tu McGuy favorito soy yo. –Confesó mientras le guiñaba el ojo izquierdo.

Laia se estremeció. Se echó atrás, mientras arrugaba de nuevo su nariz; le había entrado esa manía de hacerlo. Cogió a una punta, por debajo de la mesa, el mantel, mientras descargaba su furia en el, arrugándolo.

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