32.Jeremy al teléfono.

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Me miró con mala cara, pero pasé de ella y empecé a sacar poco a poco sus cosas. Parecía que se iba de acampada, por que, prácticamente traía de todo. Pasta de dientes, cepillo, pijama, reproductor… saqué de todo lo que se podía imaginar, hasta que llegué a un esponjoso y suave peluche de un perro, del cual ya había visto antes.
-¿Aún tienes este peluche? –Le pregunté extrañada.
-Como para no tenerlo. Me recordaba a ti, además de que tiene un gran valor sentimental.
-Te lo regalé cuando hiciste 12 años…
-Lo se. –Dijo, embozando una sonrisa y cogiéndome el peluche. –Duermo con él cada noche.

Bajamos abajo a cenar, y cuando regresamos a mi habitación, decidimos jugar a algún juego de mesa. Nos costó decidirnos, hasta que al final optamos por el Quien Es Quien. Estuvimos unas cuantas horas entreteniéndonos con ese pasatiempo, mientras oíamos mi disco de Wonderland y Room on the 3rd floor con su reproductor.
Tocaron las once ya, y nos fuimos directas a la cama, ya que quería madrugar para ver un programa que no solía ver, ya que lo hacían en horario de clases. Nos acostamos en mi cama, apretujadas las dos, mientras ella cogía a su querido peluche y yo, como no tenía nada, decidí coger a Mery.
Unos minutos después de que nos acostáramos, sonó por toda la habitación la canción de Party Girl, haciendo que las dos nos sobresaltáramos. Dimos un bote de la cama, mientras Mery cogía algo traumatizada aún su móvil
-Mensaje nuevo. –Dijo, echando un vistazo a la pantalla del móvil. –De Jeremy.
Me acerqué lo suficiente a ella como para poder ver lo que decía el mensaje. Me impresioné ante la brevedad del mensaje. Buenas noches, decía. Me volví a recostar sobre la almohada, y pronto Mery se volvió a unir a mí.
Pasados unos minutos de pura tranquilidad, la melodía de Party Girl volvió a sonar con el Woooah y esta vez, además de levantarme, cogí el resto de la almohada y me la eché encima, intentando cesar el ruido.
-¡Otra vez este pesado! –Gritó Mery, haciendo que me descubriera y la mirara. –Esta vez llama.
Descolgó la llamada mientras ponía el altavoz y colocaba el móvil entre nosotras.
-¿Digamelón? –Dijo, alzando un poco las cejas.
Alguien al otro lado del teléfono se echó a reír a carcajadas, haciendo que yo, inevitablemente, me uniera a ellas.
-¡Jeremy! –Gritó Mery, cogiendo el móvil con las manos y dándome una patada. -¡Qué quieres a estas horas!
-Que quedemos. –Dijo al fin, recobrando el habla.
-¿Tan tarde? –Se extrañó esta, alejando un poco más el móvil.
-Sí, si por favor. ¿Puedes quedar ahora, para tomar algo de por ahí?
-Emm, pues, la verdad es que… -Intentó excusar Mery, pero no la permití.
-¡Sí, si que puede quedar! –Le chillé al móvil, ganándome un puñetazo de la castaña.
-Vale, paso a por ti en diez minutos, ¿ok?
Mery cogió aire para negarse, pero no, no la iba a dejar. Quería que quedaran, quería que salieran los dos juntos, así que contesté antes:
-¡Vale!
Sé oyó el fin de la llamada, y Mery dirigió su mirada a mi, llena de furia. Me propinó unos cuantos guantazos con fuerza, sin cesar ni un momento.
-¿Eres tonta? ¿Y que hago yo ahora con el?
-Quedar. –Le dije, intentando frenarla, pero no podía.
-¡Pero tengo vergüenza, además de que no tengo ropa decente! –Me chilló.
Salí de mi sitio de la sábana y me acerqué al armario, abriéndolo y empezando a rebuscar en el. Cuando por fin encontré lo que buscaba, se lo tiré a Mery.
-Ten, lo mejor que tengo. –Le dije, viendo como lo observaba. –Lo guardo solo para ocasiones especiales.
Me volví a dirigir a la cama, sentándome en ella, mientras Mery miraba aquella prenda. Me dirigió la mirada y me sonrió pícaramente. Algo malo le había pasado por la cabeza.
-¡Te vienes conmigo, por armar esto!
-¿Qué? ¿Yo? Ah no, no no… Has quedado con el, además, te di lo mejor para ti, no tengo nadadecente que ponerme. –Dije, imitando su voz.
La chica se levantó y se dirigió otra vez a mi armario, mientras rebuscaba en el salvajemente. Sacó algo de el, y al igual que yo me lo tiró, mientras intentaba cerrar a lo bruto el armario.

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