76.Capítulo 1 de la SEGUNDA TEMPORADA.

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Abrí el armario y empecé a sacar todas las toallas que había dejado tiradas hacía ya un año. Cayeron todas sobre mí, haciendo que perdiera el equilibro y resbalara de la silla, para acabar en el suelo.

Refunfuñé en el piso e intenté levantarme, pero el peso de las cantidades de toallas me podían. Llamé a Mery, quien estaba sentada sobre mí cama eligiendo algún conjunto que ponerse para ir a la playa.

-Mery, ayúdame a levantarme. –Le pedí intentando moverme.
-Ahora cuando acabe.
-Mery, haz el favor de echarme una mano. –Le insistí.

Ella se levantó con pereza, caminó hasta mí y empujó las toallas aún lado. Volvió a la cama y siguió buscando conjunto, mientras yo me puse a mirar las toallas.
Estuve un rato buscando, hasta que por fin, encontré una que me convenció.

-Mery… ¿Qué tal si llevo la de Dora?

Ella apartó rápida la mirada de la ropa y se dirigió hacía mí. Me quitó la toalla de las manos y empezó a doblarla

-Tranquila. –Me dijo mirándome con mirada maternal –Yo misma me encargo de ponerla en tu bolsa.

Alcé las cejas y reí. Era extraño ver a Mery trabajar. Me levanté y cogí mi conjunto al momento. Yo no me daba tantas vueltas como Mery para saber que ponerme… yo era así de simple.

Aquel día habíamos quedado con todos para ir a la playa, y Mery se había pasado antes por mí casa para que le prestara algunas cosas, ya que cuando vino a Londres no pensó que se quedaría para tanto tiempo.
Supongo que se preguntaran que fue de Harry y yo. Tampoco es que haya pasado mucho.. tres meses. Pero bueno, sí, seguíamos juntos, y mientras me sentía bastante cómoda. No había ningún problema por el que preocuparse en aquel momento.





-¡Vamos Alice, baja ya! –Gritamos juntas Mery y yo, después de ir a casa de Alice a recogerla.
-COMO ME METAN PRISA JURO QUE NO ACABARÉ. –Nos chilló desde el piso superior, mientras yo me callaba y Mery se acercaba a las escaleras para que se le oyera mejor.
-Y COMO TU NO BAJES JURO QUE ME LARGO SIN TI.

Alice no rechistó. Poco después ya se oían sus pasos, bajando por la escalera. Cuando apareció miro con cara de póker a Mery y luego me dirigió una sonrisa de niña buena. Pelotera.

-¿Qué tal estás, Laia? –Me dijo cogiéndome del brazo y sacándome fuera de la casa. -¿Nos lo vamos a pasar bien tu y yo hoy, verdad que sí?
-Que va, si se divertirá aún más conmigo. –Añadió Mery cogiéndome por el otro brazo. -¿Verdad que sí, Laia? ¿A que te vendrás conmigo?

Me quedé callada. Las otras dos seguían estirándome del brazo para que me fuera con ellas. Llegaron a crujirme en varios momentos, hasta que llegamos al coche y agradecí que tuviera que conducir. Obligué a Alice y Mery a que se acoplaran detrás, juntas, y que nadie se pusiera en el asiento del copiloto.

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