38.Super Records

El ruido del timbre en el piso inferior me despertó. Yo seguía con los ojos cerrados, incapaz de poder abrirlos.

El cansancio de la noche anterior y aquella única pero potente cerveza seguían rondando a mí alrededor. Tal vez solo hubiera sido una, pero yo era débil en eso, y seguía siendo demasiado para mí. No solo aquello, si no que después de haber cotilleado con Mery, seguimos unas horas más despierta, entreteniéndonos con todo lo que hubiéramos podido.

Seguí oyendo como mi madre abría la puerta y saludaba a quien quiera que fuera esa persona. Pronto un rapidísimo pero cortísimo sueño a la vez, me durmió y despertó. Oía como alguien subía las escaleras, mientras Mery se rodaba de lado y se apegaba a mí. Al parecer, estábamos frente a la pared, de espaldas a la puerta, a quien en ese justo momento dieron dos golpes secos.

-¿Se puede? –Oímos la voz de Alice al otro lado.

-No. –Contestamos vagamente Mery y yo.

Escuchamos como el picaporte rodaba y la puerta se abría. Nosotras no nos movimos en absoluto.. demasiado cansancio.

-Chicas.. –Dijo Alice. –Creo que les conviene despertar.

-Pero no nos apetece. –Le respondió Mery.

-Hola. –Dijo alguien, quien no era Alice.

Me sobresalté, haciendo que diera un salto en la cama, en compañía de Mery. Miré hacia Alice, quien estaba al lado de Tom. Me escondí rápida debajo de la manta, yo sola, muerta de la vergüenza.

-Hola Tom. –Saludó Mery con pura tranquilidad, al parecer, sentada sobre la cama.

-¡Tom, haz el favor de salir de aquí! –Le pedí a gritos, un poco sofocada.

-Hem, sí, ya salgo… Les dejo vestirse. –Dijo, y pronto oí la puerta cerrarse.

Volví a asomar mi cabeza para comprobar que se había marchado. En efecto, ya no estaba allí.

Salí de la cama en compañía de Mery, y empezamos a vestirnos. La tuve que obligar a que se pusiera la vestimenta que llevaba ella ayer y soltara la ropa que le dejé.

-¿Tom? –Le llamé, asomando mi cabeza por la puerta. Él no estaba allí. ¿TOOOOM? –Chillé más fuerte, y pronto pude oír su contestación de un ¿Quéé?  en el piso de abajo.

-Ya le pilló mi madre. –Les dije a Mery y Alice, mientras empezamos a bajar las escaleras.

Llegamos al salón y, como ya suponíamos, mi madre charlaba tranquilamente con el rubio, mientras este tenía cara de perdido.

-Ai pues mira chico.. yo no me acababa de creer que mi hija os conociera en persona. –Dijo mi madre, cogiendo uno de los dulces que había dejado sobre la mesita. –Creía que tan solo lo decía para tomarme el pelo.

-Y aquí tienes mi prueba de la verdad. –Les interrumpí, entrando a la salita con Mery y Alice detrás.

Me senté en el sillón individual que teníamos, mientras las otras dos se acoplaban en el sofá. Miré a mi madre intentando decirle que nos dejara solos, pero no hizo caso. Sabía lo que quería, pero ella era cotilla.

-Mamá… ¿Nos dejas hablar solos? –Le pedí.

-No tendréis secretitos, ¿no? –Preguntó ella, y Tom negó con la cabeza, asombrado por mí madre. –Pues no pasa nada, podéis hablar.. yo no estoy aquí.

Dí un exagerado suspiro. Me levanté y les indiqué a los otros tres que me siguieran. Mi madre se unió a mis pasos, pero pronto me paré y me dirigí a ella.

-Mamá, por favor… -Le pedí, ya cansada de su broma.. si era una broma, claro.

-Ai vale hija.. tan solo intento familiarizarme con tus amigos. –Me contestó, mientras se daba media vuelta y se dirigía al teléfono fijo.

-No para.. –Pensé en voz alta, mientras me volvía a girar y los miraba a los tres. –Hablemos fuera. –Les indiqué, y salimos al jardín.

Un cielo nublado que amenazaba con lluvia nos cubría la cabeza, y el mismo aire frío de los días anteriores seguía por allí.

-¿Para que has venido, Tom? –Le pregunté simpáticamente al chico del hoyuelo, mientras Mery se sentaba en el escalón de la puerta.

-Bueno, queríamos invitarlas a ver la discográfica.. –Nos dijo, mientras sonreía, pero como siempre, sin enseñar los dientes.

-¿La discográfica? –Preguntó Mery, frunciendo el ceño. -¿Qué es eso?

-¿No sabes que es? –Se extrañó Alice, rodando los ojos. Mery negó con la cabeza. -Pues ven y ya de paso te enseñamos como es…

-Qué es la discográfica.. –Volvió a preguntar la castaña sentada, algo más cabezota.

-Es donde trabajan ellos, practican las canciones día a día, donde las ensayan. –Le dejé claro, antes de que se pusiera insoportable.

-Aaah… guay.. como un concierto pero con fallos, ¿no?

-Más o menos.. –Confesó Tom. –Bueno, ¿se vienen?

-Sí. –Le contestó Mery energéticamente, mientras me cogía de la mano y me empujaba hacía la calle. –Nos vamos.

-Eso, a todos os importa mí opinión. –Dije con ironía, mientras me soltaba de su mano y volvía a entrar a casa. –Mamáaa. –Esperé a que me respondiera. –Meee voyyy, ya volveré. –Le informé, cerrando la puerta y volviendo con los demás.

-Veo veo.. –Empezaba Mery.

-Qué ves.. –Le seguía vagamente Alice.

-Una cosita..

Estábamos los cuatro en el coche, Tom conduciendo hacía la discográfica, que al parecer, se encontraba en la otra parte del mundo. Alice y Mery jugaban al veo veo, así cada segundo desde que hemos salido. Estaban resultando tan pesadas, que ya me había acostumbrado a sus chiqulladas.

-Con la letrita… ¡M!

-Mcfly. –Contestó al momento Alice, dando un largo bostezo. Estaba sentada en la parte delantera del coche, al lado de Tom, así que podíamos verla a través del espejo retrovisor de afuera.

-¿Cómo lo supiste?

-Llevas diciendo la misma palabra durante tres turnos..

Los tres del coche reímos con ganas ante la estupidez de Mery, excepto ella, que se había quedado pensativa. Frunció el ceño y me miró confusa. Pronto dio un gran bostezo, seguramente el mismo que había dado Alice, quien nos lo había pegado a Tom y a mí.

-¿Queda mucho? –Preguntó la castaña pesada con voz chillona, acercándose todo lo que podía a Tom, ya que el cinturón de seguridad no le permitía mucho.

-Está allí. –Nos dijo, señalándonoslo con un dedo.

Era un gran edificio, de unas tres plantas y un color entre mezcla de negro y gris. Tenía a lo alto unas grandes letras que decir Super Records y de ventana tenía grandes cristales. Dos guardias trabajaban enfrente de la puerta, y de vez en cuando se acercaba alguna que otra chica, intentando entrar.